Periodismo es, por ejemplo, poder publicar el nombre de un banco responsable de un desahucio sin miedo a que retire sus anuncios.
Responsables del periódico La Marea
El año 2012, y lo que ha transcurrido de 2013, han sido años de mareas. Desde la marea blanca (en defensa de la sanidad pública) hasta la negra (protestas de los funcionarios por los recortes), pasando por la verde (educación pública), naranja (servicios sociales), roja (desempleados), azul (contra la privatización de la gestión del agua), violeta (igualdad de género), amarilla (contra el pago en las bibliotecas públicas) e, incluso, multicolor (la mezcla de todos estos movimientos en manifestaciones unitarias, como la del pasado 23 de febrero).
Los diferentes sectores sociales y laborales, directamente afectados por la crisis económica y los recortes presupuestarios se han ido organizando alrededor de colores, manifiestos, ideas y luchas conjuntas para protestar contra las llamadas medidas de ajuste y pedir una solución inmediata a la situación problemática que generan.
El de los periodistas es otro de los colectivos en los que ha dejado huella la mordedura de la crisis. Si la traducimos en cifras, desde el comienzo de esta recesión, en 2008, diez mil periodistas han perdido sus trabajos, debido a los expedientes de regulación de empleo (EREs), así como al cierre de setenta medios de comunicación desde esta fecha. Sólo en 2012, 4.800 periodistas se quedaron sin trabajo, según datos de la Federación de Asociaciones de Periodistas de España (FAPE). Podría esperarse una sonora protesta callejera por parte de estos profesionales, pero no ha sido del todo así.
La reacción de los periodistas ante el aumento de la precariedad y la inseguridad laboral no ha sido tanto protagonizar manifestaciones, como seguir con la tarea de informar sobre ellas. Pero, ¿para qué medio, si ahora ya no pertenecen a ninguno? La respuesta es simple: si ya no te contratan, trabaja por tu cuenta. Si ya no estás en la plantilla de un medio, sé tu propio medio. Si estás cansado de que no te dejen escribir lo que quieres, publícalo en tu propio espacio. El periodismo DIY, un do-it-yourself en toda regla, que en términos castizos aludiría al proverbial Juan Palomo.
Háztelo tú mismo
La autopublicación es una modalidad ya conocida por escritores cansados de ver sus borradores en las papeleras de los despachos de las grandes editoriales, o músicos entusiastas hartos de dejar su maqueta en el buzón de las discográficas. Esta filosofía se encuentra detrás de La Marea, y de otros medios de comunicación surgidos tras la desaparición de la edición en papel del diario Público y los consiguientes despidos de sus trabajadores.
Unos profesionales que decidieron hacerse con el control de la empresa, convirtiéndose en sus accionistas, a través de la cooperativa MásPúblico. Fue el germen de un nuevo modelo de comunicación en el que los periodistas no reciben las presiones ideológicas o económicas de los intereses empresariales…puesto que ellos mismos son su propia empresa.
Tal y como explicó Toni Martínez, redactor de La Marea, en su encuentro con alumnos de Periodismo de la Universidad Miguel Hernández de Elche, la crisis capitalista abrió la puerta al modelo de la cooperativa, a la multiplicación del número de propietarios de una empresa. Pero, además, la vaticinada muerte de los medios impresos y su sustitución por los medios online ha provocado una paradójica reacción en contra: los nuevos medios vuelven a apostar por el papel.
La Marea no es el único ejemplo de medio basado en una cooperativa de trabajadores. La plataforma Se buscan periodistas (SBP), respaldada por la Asociación de la Prensa de Sevilla, también se define como “una cooperativa de impulso empresarial desde la que se potencie la puesta en marcha de nuevos proyectos empresariales de medios y empresas periodísticas”. Lo llamativo, lo dramático, es que esta iniciativa no surge a raíz de un despido masivo, como en el caso de MásPúblico, sino después de crear un Fondo de Emergencia para Periodistas: ayudas económicas para que profesionales en condiciones precarias tengan acceso a bienes de primera necesidad, como alimentos y productos de higiene.
Tampoco es La Marea el único medio neonato que ha optado por la tinta y el papel. La revista satírica Mongolia es un buen ejemplo de medio que nace por y para el formato impreso, ya que en su web no cuelgan contenidos, sino que sólo promocionan el producto. En el caso de la revista Jot Down, el ejemplar impreso que sacan al mercado con una periodicidad menor que la edición online está cosechando bastante éxito, a pesar de su precio más elevado en comparación con otras publicaciones.
Quizá se esté gestando un fenómeno, una nueva marea de periodistas que anhelan escribir lo que quieren y como quieren, que no encuentran su sitio, que han sido desahuciados del sistema mediático y que han decidido ensayar una fórmula alternativa. El nuevo modelo parecer recurrir, de nuevo, al gris del papel y de la tinta. La marea gris de los periodistas cabreados y desengañados ya no sale a la calle para quejarse. La fuerza de su indignación está ahora moviendo las rotativas del otro periodismo.
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